Por Jesus Garibay
Acapulco.- No hay palabras para describir lo que pasa en Acapulco, han pasado dos días de que el huracán Otis impactó el puerto, la perla del pacífico como se le conoce, pero esa perla del pacífico quedó destrozada, no hay energía eléctrica, seguridad, agua, comida, combustible y el teléfono o el internet es escaso, solo en algunos puntos es posible conectarse unos minutos.
Desde la entrada de la caseta de La venta, una torre de luz quedó rota a la mitad, desde ahí, uno se podrá dar cuenta de la magnitud de la desgracia que hay más adelante, solo unos metros avanzamos y están los saqueos, tiendas de conveniencia, farmacias, fueron saqueadas por completo, cuando no encontraron productos o medicamentos que llevarse, optaron por el inmobiliario como anaqueles, mesas y sillas, la cosa era llevarse algo.
“Son gallinas del Bachoco”, dijo uno de los saqueadores que llevaba dos gallinas y casilleros de huevo, detrás de él iban más y más personas, algunas de ellas llevaban comida, pero otros cargaban televisiones, sillas, juguetes, cosas que no son de primera necesidad, hasta corrían porque ya no iban alcanzar.
A unos kilómetros de la caseta de la Venta, el tránsito vehicular, dificulta el paso, por lo que la opción de llegar a la zona afectada es el viaducto diamante, en donde únicamente están habilitados dos carriles de los cuatro que cuenta la vía de comunicación, en donde hay gente pidiendo ayuda para obtener comida, agua, ropa. Además, que un trayecto de la vía está inundado, pero eso no fue impedimento para saquear un tráiler de doble remolque de una empresa panificadora que quedó volteado.
Al llegar al bulevar de las Naciones, la situación es indescriptible, edificios, restaurantes, negocios, están destrozados, ahí estaba un 100% natural, comenté al tiempo que señalé a un lugar que tenía postes de luz encima del local, además que estaba saqueado y un Oxxo a un costado, también estaba en la misma situación.
En un recorrido por el bulevar de las Naciones, el transitar es difícil, pues hay postes de luz caídos, vidrios en las calles, hasta un autobús estaba a media calle con los cristales rotos, todos los negocios han sido dañados y los que quedaron en pie, fueron saqueados.
En la plaza galerías la Isla, la gente corría para todos lados, llevaban televisiones, ropa, calzado, botellas de licor, colchones, motonetas, incluso hasta un ropero se llevaron. Aún constado está una tienda de autoservicio, que también estaba siendo vaciada, nos están tomando fotos, dijo uno de ellos, por lo que se taparon la cara y siguieron su camino con su televisión de 65 pulgadas en un carro del supermercado, otros, hasta las charolas para hornear el pan se llevaron, en donde le colocaron lo que se llevaban.
Un hombre que caminaba por la zona llevaba una bolsa roja, dijo que vivía por ahí, llevaba comida, como obtuvo lo que lleva, le pregunté, “pues la tomé” me dijo, “no tengo de otra, ya no tengo comida para mi familia, tengo que hacer esto porque si no me quedo sin nada y tenemos hambre”.
En el aeropuerto hay turistas en espera que los rescaten, pues no hay vuelos, ni autobuses, por lo que esperan que en estos días puedan irse, pero, pues no tienen agua, comida y están incomunicados.
En la zona de los condominios de la zona Diamante, está todo destruido, esos altos edificios que se ven a lo lejos en la orilla de la playa están dañados, no tienen ventanas, los techos rotos y los muebles de esos condominios están en la calle.
Una mujer de la tercera edad a bordo de una camioneta acusó que el ejército, la Guardia Nacional ni nadie del gobierno, no había ido a la zona, “ni a quitar los árboles han venido, todo están saqueando, no hay seguridad”, expresó cuando regresaba del hotel Princess, pues ahí le dijeron que había internet para comunicarse.
Tenemos que regresar, la noche no es buena compañía, pues no hay energía eléctrica y la inseguridad está presente, pero esta imagen se repite en varias zonas de Acapulco, no solo es la costera ni la zona Diamante, también son las colonias, pero el transitar en Acapulco, donde no se ve una autoridad para poner orden complica las cosas, pues en la entrada de Acapulco, pobladores revisan carros y si llevan víveres, se los quitan.