Por: Juan José Contreras Lara
Todos sabemos que MORENA, es decir el Movimiento de Regeneración Nacional, ha tenido una etapa de gestación y consolidación muy complicada ya que de origen fue conformado por decenas de grupos tan disímbolos como ideológicamente contradictorios, cuyo objetivo común era uno solo: llevar a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador.
El más reciente episodio que está en curso y que muestra claramente que la institucionalidad al interior de Morena está muy lejos de ser alcanzada, es lo referente a algo tan elemental como la renovación estatutaria de su liderazgo nacional.
Sus militantes han sido incapaces, en todo este tiempo transcurrido, desde su constitución como asociación civil en 2012, hasta su registro como partido político en 2014, de consolidar un liderazgo fuerte porque las pugnas internas, traiciones y conflictos por candidaturas lo han impedido.
El caso de Guerrero es claro, aquí continúan en pugna los grupos peleando un liderazgo estatal que en términos reales tiene muy escasa presencia e influencia política y social, porque ellos mismos la han erosionado.
Ahora llegaron al triste escenario en que la renovación formal de su dirigencia nacional se judicializó debido a que se les olvidó un pequeño detalle y ahora toda acción de elección de dirigencia debe pasar por la equidad de género, algo que ellos, los propios morenos, han venido peleando… y que también soslayan.
La situación es clara y no deja lugar a dudas. En acatamiento de la sentencia emitida por el TEPJF al respecto, el Consejo General del INE modificó la convocatoria para elegir por encuesta abierta a quienes ocupen, a partir del próximo 11 de octubre, la presidencia y la secretaría general del Comité Ejecutivo Nacional de Morena.
Así, para garantizar que las mujeres y los hombres militantes participen en igualdad de condiciones, las listas de candidatos a presidente y secretario general que participarán en la encuesta pública de reconocimiento deberán integrarse por igual número de mujeres y de hombres.
Ahora, como siempre cuando no les sale todo a modo, numerosos personajes han hecho señalamientos en contra del TEPJF como del INE. En el colmo del absurdo, el actual líder nacional interino, Alfonso Ramírez Cuellar, afirmó que la autoridad electoral «asaltó» la institucionalidad de su partido y genera incertidumbre ante una convocatoria para la elección de la dirigencia partidista.
En entrevista, el diputado federal con licencia sostuvo que tanto el TEPJF y el INE dejan a Morena en desventaja e inequidad frente a otros institutos políticos que ya están metidos de lleno en el proceso electoral 2021, mientras que los morenistas siguen en su renovación.
Tampoco han faltado los radicales, que el mapa de Morena también pululan, como es el caso del aspirante al liderazgo nacional, Alejandro Rojas, quien advirtió que en los próximos días tomarán las instalaciones del INE si dicha autoridad no accede a revocar la convocatoria para designar al nuevo presidente y secretario general del partido. La estrategia de los que se sienten perdidos, tomar todo.
Hay, también algunas voces equilibradas como la de la senadora Citlalli Hernández, señaló que, en la renovación de la dirigencia, Morena tiene la última oportunidad para reposicionarse como partido, porque de no conciliarse al interior, la elección de 2021 podría cobrar factura y generar su descenso. La aspirante a la Secretaría General de Morena consideró que lo primero será aceptar los resultados de las encuestas aplicadas por el INE y respaldar a quienes ganen la dirigencia para reconstruir al partido
Así las cosas, lo cierto es que en Morena han sido incapaces de incluso representarse a sí mismos. Paradójicamente, ahora uno de los postulados más peleados en todas las tribunas, obvio sobre todo por sus mujeres militantes, que es el de la paridad de género, los ha puesto, en efecto, a parir. Veremos si la libran.