Por: Misraim Olea
El Presidente Andrés Manuel López Obrador se ha enfrentado a la contradicción desde que asumió el poder; ser oposición siempre es más cómodo que ser gobierno. Señalar las fallas de la administración en turno se vuelve un ejercicio fácil, ya que la oposición se enfoca principalmente a los flancos débiles.
El Presiente construyó su carrera atacando a los gobiernos de Fox, Calderón y Peña. Para AMLO, siendo opositor, el Presidente de la República era la persona más informada del país, por lo que, los problemas del gobierno eran resultado de la omisión o complicidad. Este discurso cambió cuando Andrés Manuel asumió el poder.
Por ejemplo, López Obrador echó a andar la construcción del Tren Maya, obra que impulsaría el turismo en el sureste mexicano, sin afectar los kilómetros de bosque. Lo que no sabía el Presidentes es que SEMARNAT autorizó la deforestación de 800 hectáreas para poder continuar con este proyecto. Parece ser que tampoco sabía que su prima, Felipa, también tiene hoteles cerca de donde se construye el magno proyecto.
López Obrador, en el discurso, tiene una lucha frontal contra la corrupción y por esa razón está en la cárcel Rosario Robles. Emilio Lozoya también fue acusado de actos de corrupción, pero él disfruta desde su hogar los beneficios de ser “testigo colaborador”; lo que no sabía el Presidente es que su hermano fue captado en video en reiteradas ocasiones recibiendo millones de pesos. Tampoco sabía de los contratos millonarios de los que fue beneficiaria su prima Felipa, por adjudicación directa desde que comenzó este sexenio.
Finalmente, AMLO instruyó a sus correligionarios renunciar al cargo que ostentaban en octubre, si es que tenían el interés de participar por un puesto de elección popular; Lo que no sabía el Presidente es que senadores, alcaldes y alcaldesas, diputados locales y federales se inscribieron para participar estando aún en el cargo, sin sonrojarse ante la clara violación a las leyes electorales.
Para ser el hombre más informado del país, López Obrador Presidente le queda a deber al López Obrador candidato y una vez más la contradicción, sello de esta administración, se hace presente.